Es bastante habitual. en nuestro país, que se tomen decisiones en el ámbito de las políticas de empleo con muy poca, por no decir ninguna, evidencia científica consistente. Los propios análisis del mercado de trabajo institucionales suelen usar indicadores desfasados o equivocados (aquí y aquí), cuya interpretación se sesga, además, según las necesidades partidistas del momento (aquí). Por si fuera poco, las estadísticas tradicionales han ido perdiendo el paso y no permiten medir los cambios que se están produciendo en las relaciones laborales (aquí y aquí).